LA DÓCIMA DEL BIZCOCHO
Llorando como un bizcocho
el coplero se entretiene,
y da igual si tiene un pene
o si en cambio tiene un chocho;
en tiempos de los del Bocho
no había tanto lloriqueo,
victimismo ni cabreo,
porque el jarabe de palo
no era sólo un chiste malo
con que se aspira a un trofeo:
¡Era el mal habitüal
de un país dictatorial!
Jesús María Bustelo Acevedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario