Dócima LXXXII

LA DÓCIMA DEL BIZCOCHO

Llorando como un bizcocho
el coplero se entretiene,
y da igual si tiene un pene
o si en cambio tiene un chocho;
en tiempos de los del Bocho
no había tanto lloriqueo,
victimismo ni cabreo,
porque el jarabe de palo
no era sólo un chiste malo
con que se aspira a un trofeo:

¡Era el mal habitüal
de un país dictatorial!

Jesús María Bustelo Acevedo

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